lunes, 30 de mayo de 2016

OPINIÓN: Pensemos en el pueblo y sus angustias

Geógrafo Joselino Serrano

Gritos de piedad aclaman miles y miles de venezolanos, orientando sus angustia a la misericordia de los hombres y las corrientes de pensamientos político – económica,  que luchan por imponerse, son innumerables los pasos cansados, así como la incertidumbre de quienes no entiende el marco filosófico y teorías que rigen la dirección para la izquierda o derecha, quizás porque no es una prioridad en sus vida. Mi gente, tu gente, nuestra gente solo desea vivir viviendo y hace los esfuerzo por concretar un mejor vivir. Muchos de ellos miran a sus dirigentes y a la política en estos momentos tan difícil, como una pobre cosa pequeña capaz de robarle sus sueños y la tranquilidad que merecen tener, algunos señalan a Chávez como culpable, otros añoran tenerlo entre nosotros porque su ingenio era tal que era capaz de darle respuestas a las adversidades.
No podemos negar que la  mayor de las glorias es la patria, pero no esa que estamos acabando con decisiones cargadas de odio e insensatez que evita mirarnos entre conciudadanos. Se ha llegado tan lejos que los niveles de tolerancia y solidaridad parecen ser valores irreversible, me niego a odiar a un venezolano por su color político o pensamiento, si lo llegase hacer me estaría negando el hecho de haber nacido en el mejor país del mundo Venezuela.
El único dueño que tiene Venezuela, es ella misma, digo esto invocando el concepto de la autodeterminación de los pueblos, pero aclaro que somos sus hijos los encargado de conducir su presente y futuro, que no quieran, latitudes ajenas a la nuestra decirnos como vivir. Esta tierra es heroica por naturaleza, así lo registra nuestra historia. Los problemas internos y externos son cosas de los venezolanos y el liberal o conservador que se atrevió a incurrir en infracciones contra la nación, que pague por sus errores. Y el que lo justifique que sea juzgado por cómplice, nuestro país necesita con urgencia la comunión de todos, son necesarias todas las personas de derecha que gozan de gran honorabilidad y de izquierda que a diario aportan detalles de rectificación de la política, con fines de coadyuvar en impactos positivos extensivos al pueblo y sus expectativas, pero como a muchos no se nos toman en cuenta, sin embargo, seguimos en la creencia de un mundo más humano con posibilidades de realizar sueños y el compromiso de dejar a nuestra futuras generaciones un planeta mejor, por lo menos esa son las ideas que me mueven a ser socialista, que por cierto no es una teoría creada ni diseñada por el Hugo Chávez Frías, es una corriente y tesis estudiada entre la Cs. Políticas, practicada por muchos a lo largo de la historia.
No tiene el derecho la oposición ni el oficialismo de incentivar más odio entre nosotros, ni mucho menos crear escenarios mediáticos y supranacionales para hacernos ver ante el mundo como una especie distinta que no cree en el amor y la paz. Solo queda salir a la calle y mirar tanta tristeza en un pueblo caracterizado por la fraternidad y el entusiasmo. Pensemos en las cosas grandes que tenemos y lo grandes que somos como país, sus recursos, pero sobre todo el gran abrigo humano que representa su gente, le doy un rotundo no a la desunión podemos ser de izquierda o de derecha pero nuestro país no merece la forma y el modo del trato que le estamos dando. Rescatemos el buen ánimo, ayudemos a los emprendedores a ser empresarios y a los grandes empresarios a querer este pedazo de tierra agraciada por nuestro creador. Oremos por ser lo que una vez fuimos en lo referente a nuestros valores humanos. Ya no estamos convirtiendo en exiliado de nuestra cultura, costumbres, valores éticos y morales. Yo soy socialista y no puedo negarlo pero ante todo soy venezolano y hermano de los venezolanos que algunos de ellos son de oposición pero venezolano al fin. Al oficialismo le sugiero dejar de echar dedo y señalar a los demás como medio para justificar los desaciertos. Cada quien en el marco de sus responsabilidades y poder a quien debe tenerlo, los ensayos continuos son en gran parte la causa de tanto desastre. Con la verdad ni miento, ni ofendo.