Sepultureros trabajando sin descanso de noche para evitar el colapso funerario, autobuses escolares transportando a los fallecidos, personas muriendo esperando a ser atendidas o cadáveres sin espacio en las cámaras frigoríficas y colocados unos junto a otros en las camillas de un hospital. Estas imágenes de la pandemia en Brasil son tan devastadoras como las cifras.
En abril, el mes más letal con más de
76.000 decesos, se ha sobrepasado la trágica barrera de los 400.000 fallecidos
y los contagiados ya superan los 14,5 millones. Unas cifras que reflejan el
fracaso del Gobierno en el combate del coronavirus.
Las críticas al presidente Jair
Bolsonaro llegan de todos lados: organismos nacionales e internacionales, la
cúpula económica o política o de científicos brasileños que dicen sentirse
ignorados en una crisis que califican como "épica" y de la que acusan
directamente al Ejecutivo del ultraderechista.
Una comisión del Senado investigará
las posibles omisiones del Gobierno y analizará desde la falta de suministro de
oxígeno, que provocó la muerte de decenas de personas en Manaos, capital del
estado Amazonas, hasta las aglomeraciones generadas en los paseos del
presidente cuando los expertos de todos los rincones del planeta recomendaban
el distanciamiento social.
La próxima semana tendrá especial
relevancia. El ministro de Sanidad, Marcelo Queiroga, y los tres extitulares de
esa cartera, Luiz Henrique Mandetta, Nelson Teich –ambos críticos con
Bolsonaro– y Eduardo Pazuello, investigado por su gestión de la pandemia,
comparecerán como testigos ante la comisión. La investigación, que puede
quedarse en nada o desembocar hasta un 'impeachment', impactará de una manera u
otra en la candidatura de Bolsonaro a las presidenciales de 2022.
Niveles críticos
En los cuatro meses de este año,
Brasil sumó 203.367 muertes, mientras que en 2020 fueron 194.975 fallecidos
registrados desde el primer deceso notificado en marzo. A pesar de alcanzar una
frágil estabilización –con una media móvil de 2.000 muertos diarios–, los
números son extremadamente elevados y el pronóstico es que estos niveles
críticos permanecerán en las próximas semanas.
"Estamos viviendo un momento de
estabilización en el número de casos, muertos y de hospitalizaciones, lo que es
una buena señal, pero al mismo tiempo el umbral es muy elevado y la tendencia
puede ser revertida en cualquier momento si los estados y municipios
flexibilizan las medidas", advierte a RT Carlos Machado, investigador de
la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz).
Además, el proceso de vacunación
avanza lentamente y, hasta el momento, un 19,4 % de la población recibió la
primera dosis. Esta semana, el regulador sanitario brasileño rechazó importar
la vacuna rusa Sputnik V –registrada en más de sesenta países–, y desató el
anuncio de una demanda por difundir "información falsa" sobre la
vacuna rusa. Al mismo tiempo, el jueves, aterrizaron en el país un millón de
dosis de la vacuna del consorcio estadounidense-alemán Pfizer/BioNTech.
Como ocurrió en el resto del mundo,
durante la primera ola el coronavirus se ensañó con los ancianos en Brasil,
pero en la segunda, aunque los mayores siguen siendo el grupo que más
fallecidos registra, ha atacado a una población más joven. Solo en las dos
primeras semanas de abril, las muertes entre personas de 20 a 29 años
aumentaron un 1.081,82 %.
"Rejuvenecimiento" de la pandemia
Este "rejuvenecimiento" de
la pandemia, como ha calificado Fiocruz, se vincula a la libre circulación de
las personas durante las fiestas (Navidad, Carnaval, Semana Santa), a la falta
de medidas y a la desinformación por parte del Gobierno. También a la reducción
a la mitad de la ayuda de emergencia, suspendida durante los tres primeros
meses del año, lo que obligó a los jóvenes a salir en busca de trabajo.
"Se habla muchos de jóvenes en
fiestas, pero es una pequeña parte. Cada día los autobuses se llenan durante
horas con personas aglomeradas. Y eso es como una fiesta", enfatiza
Machado.
Otro de los principales factores de
la creciente incidencia entre los jóvenes es la circulación por todo el país de
nuevas variantes del covid-19, mucho más contagiosas, especialmente la P.1, que
surgió en el estado de Amazonas.
La cepa también es más agresiva con las
embarazadas, más proclives a sufrir complicaciones. Hasta el punto de que el
Ministerio de Salud recomendó a las mujeres que, siempre que sea posible,
aplacen sus gestaciones hasta que la situación mejore. En los cuatro primeros
meses de 2021, murieron al menos 433 gestantes, frente a los 546 fallecimiento
registrados en todo 2020.
Pero la variante no solo circula por
Brasil. También se ha propagado fuera y muchos países latinoamericanos, que
vinculan el aumento de casos en sus territorios a esta nueva cepa, cerraron sus
fronteras con Brasil.
"Las variantes preocupan a todos
los países, porque incluso con un control sanitario en las fronteras, las
personas circulan, viajan y se encuentran. Antes o después van a estar presente
en diversos países y en mayor o menor cantidad dependiendo el control del nivel
del control", concluye Machado.
Vía RT - Marta Miera