viernes, 23 de diciembre de 2016

Opinión: “Político y Líder”

Geógrafo Joselino Serrano
Joselino.serrano@gmail.com
@jmserrano73

Nosotros, los seres humanos con gran facilidad tenemos por costumbre hacer juicio de valores hacia nuestros iguales. Debemos identificar responsabilidades individuales y las compartidas, estas últimas son el producto de decisiones colegiadas en diversos ámbitos que impactan de manera positiva o negativa a un colectivo. Lo que hoy vemos en el país de manera preocupante abre interrogaciones acerca de los protagonistas de dichas decisiones. Cuando se toma una acción política o medida se deben en primer lugar analizar los alcances e impacto que esta puede acarrear, en virtud de los efectos que pueden desencadenar.
Ningún buen jugador de ajedrez mueve sus fichas sin estar seguro que ese movimiento forma parte de su táctica para ganar el juego. No se pueden quemar las barcas si no existe un plan para la conquista de los espacios. Es mal visto ante los ojos de Dios, que el pueblo y los ciudadanos de Dios sean objeto de perversidades que afloran y practica el ser humano en la carrera por alcanzar el poder o una efímera gloria, que Andrés Eloy Blanco en su magistral poema de las Uvas del Tiempo, la definía como una pobre cosa pequeña. El sentimiento patrio demanda una suerte de sentido de pertenencia que incorpora todos los elementos bióticos y abióticos enmarcados en el territorio de cualquier nación. Ese sentimiento patrio no puede solo orientarse hacia las riquezas que este posee y mucho menos en atentar contra la integridad que representa la felicidad o bienestar colectivo.
La política interpretada como una forma de vida, en la que todos podemos participar voluntaria o involuntariamente, de manera ordenada o desordenada, no permite hacerle caso omiso a su carácter científico, que le da un sitial dentro de la ciencia, obliga al político a internalizar sus principios y métodos. La política muchos la han querido satanizar, pero es ella la responsable de conducir los caminos de los pueblos en sus glorias y penurias. La visión del político debe ser holística enmarcada en el modelo de gobierno que este represente, sin olvidar que su actuación significa un voto de confianza, que se le es depositado con la finalidad de transformar una realidad, cuando este asoma esos logros anhelados, empieza a nacer su liderazgo, el cual, puede incrementarse o minimizarse de acuerdo a sus acertadas medidas. El buen político, ya convertido en líder tiene por deber, adoptar una postura disciplinaria que le cierre el paso a la impunidad, la selección de sus cuadros debe ser comprobada en el campo ético y moral, no se puede permitir los ensayos de errores sistemáticos que atentan contra la tranquilidad, esperanza y sueños de sus seguidores. Este hombre o mujer debe desenmascarar a quienes lo engaña en su entorno, haciéndolos responsables de las medidas equivocadas que impacta la vulnerabilidad de la población y oscurecen la capacidad del líder, sobre todo en aquella más frágil como lo son: los niños y ancianos. El buen político líder requiere asesores de verdad que le tributen a la consolidación de los planes de gobierno, la improvisación y mala planificación debe ser negada. Así, como se anuncian medidas erradas en el tiempo se debe anunciarse la decisiones de prescindir de dichos asesores, no se puede interpretar esta acción como un acto de traición, y si fuese así es mejor traicionar a diez que a toda la fe de un pueblo que ve en su líder un ejemplo a seguir.