martes, 16 de agosto de 2016

La Columna de Dante: ¡Nuestra responsabilidad paterna!

ne.danterivas@gmail.com
Mientras veíamos festejar a nuestros hijos el Día del Niño de este año, mi esposa Alexandra y yo nos preguntamos ¿qué Venezuela les estamos construyendo? Y sin duda nos preocupamos mucho porque lo que vemos actualmente es desencuentro, una peleadera sinfín y sin propuestas viables, estancamiento y problemas varios en general.
Debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para avanzar y crecer al igual que lo están haciendo el resto de los países, especialmente los sudamericanos, que se han venido fortaleciendo durante los últimos 5 años, según lo demuestran los informes estadísticos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Mi mayor motivación cada mañana, al levantarme, es trabajar duro para crear futuros bellos para mis hijos. Cada jornada implica un nuevo Día del Niño lleno de luces y cielos repletos de buenísimos sueños, que paso a paso vamos cumpliendo revolucionariamente. Es una concepción de vida integral en donde los únicos privilegiados son los niños.
Es obligación garantizar que todos puedan ejercer plenamente sus derechos a la educación, a la recreación y esparcimiento, a la salud, a la identidad, entre otros fundamentales, por lo que combatimos el trabajo, el abuso y el maltrato infantil que impiden el goce de dichas garantías.
Rechazamos de frente, sin dudar, la explotación de muchos niños y adolescentes por parte del capital salvaje que usa al trabajo infantil como la mano de obra barata para que unos pocos vivillos desalmados puedan ganar más.
Somos los padres los que tenemos la primera responsabilidad de inculcar los valores de respeto y amor. De la cultura de la educación para tener mayores posibilidades en el futuro. La vida honesta y la solidaridad practicadas más que declamadas. Los hijos nos miran y rápidamente aprenden a distinguir entre el discurso vacío y el del que predica con el ejemplo.
El Estado, la familia y la sociedad son corresponsables de la protección de niños, niñas y adolescentes. Que nadie mire para el costado desentendiéndose del problema. Esa indiferencia hay que cambiarla por determinación social y respeto elevado hacia los que necesitan y son el futuro de la patria. Mirémonos en los ojos de nuestros hijos y démosle una mano a aquellas criaturas que están necesitando muchas cosas. ¡Hay que ponerle corazón amigos! Siéntanse útiles y dignos de sus niños. Ellos lo merecen todo. ¡Viva la Venezuela de los niños felices!

Un gran abrazo, Dante Rivas